El evento 'Made by Google' que se celebró ayer nos permitió conocer los nuevos Pixel 7 y Pixel 7 Pro, pero también los Pixel Watch y (no del todo) las Pixel Tablet.
Las nuevas propuestas hardware de Google actualizan y amplían el ecosistema hardware de la compañía, pero aunque Google podría convertirse en competidora directa de Apple en ese ámbito, parecen querer estar más en un discreto segundo plano. La ambición de Google está descafeinada: es como si no quisieran vender mucho, y no tenemos claro por qué.
Queremos vender más que nunca, pero que no sea mucho, por favor
James Park, directivo de Google, llevaba 10 minutos hablando del Pixel Watch. Pasaban pocos minutos de las 17.00 de la tarde, hora peninsular española, y llegó el momento de hablar de precio y disponibilidad. Y ahí fue cuando lo supimos: el Pixel Watch no se vendería en España inicialmente: lo haría solo en un puñado de países.
Con la Pixel Tablet, que también conocemos desde hace meses, la cosa fue aún peor: tras desvelar su diseño y algún detalle adicional —pero poco o nada de sus especificaciones—, Rose Yao, otra de las responsables de producto de Google, ni siquiera daba precio, y solo apuntaba a que este dispositivo se vendería en 2023.
Google parece apostarlo "todo" a sus Pixel 7 y Pixel 7 Pro. Las comillas son importantes, porque incluso en ese caso la ambición de Google es muy limitada.
Fuentes cercanas a la compañía revelan que Google ha pedido que se fabriquen más de 8 millones de estos móviles, y su objetivo es vender el doble de smartphones en 2023 de los que ha vendido en 2022.
Querer vender el doble está muy bien, pero la cosa pierde lustre cuando ponemos en perspectiva esos datos de venta. Como explicaba Vlad Savov, editor en Bloomberg, desde que Google lanzó los Pixel en 2016 ha vendido 27,6 millones de unidades.
Es una cifra ridícula, y representa una décima parte de los móviles que Samsung vendió en 2021."Google necesitaría 60 años para vender tantos móviles como los que Samsung vende en uno".
Las comparaciones son más odiosas en el caso de Apple: ya en 2018 IDC indicó que Google vende tantos móviles en un año como los que Apple vende en una semana.
La consultora mostraba los datos de venta de las distintas generaciones y revelaba cómo ninguno de los modelos ha llegado a vender más de 10 millones de unidades. Otro dato curioso: siempre que ha habido dos tamaños, siempre se han vendido mejor los modelos más pequeños.
Hay quien dirá que la comparación con Samsung es injusta: después de todo, ese fabricante no para de lanzar modelos al mercado y su fabricación y distribución es masiva. Lo mismo ocurre con los otros grandes del mercado Android: Xiaomi, Oppo o Vivo —que triunfan en España, pero que son aún más relevantes en Asia— también son ametralladoras de dispositivos. Los ritmos de lanzamiento son frenéticos.
Miedo a hacer enfadar a sus socios
Para muchos (y me incluyo) la comparación natural es entre Google y Apple: ambas sacan muy pocos dispositivos al año y los rodean de un ecosistema de productos y servicios en los que el móvil es (o debería ser) el centro de ese ecosistema.
Savov explicaba que en Estados Unidos Google depende demasiado de Samsung. LG abandonó, HTC desapareció y las marcas chinas "no son bienvenidas". Este esfuerzo con los Pixel 7 parece querer mitigar la situación y plantear una alternativa (y no un competidor) a Samsung.
Es un mensaje interesante, sobre todo porque Estados Unidos es un país muy distinto en esto de los smartphones: allí la cuota de Apple superó a la de Android recientemente, algo que es muy difícil que logre (a corto plazo, al menos) en el resto del mundo. En Google parecen querer aportar su granito de arena para que Samsung tenga algo de ayuda.
Sin embargo, ciertamente parece haber algo de no querer competir con sus socios y partners. Que Google haga un móvil mejor que sus socios parece peligroso, y seguro que muchos recordáis aquellos maravillosos Nexus 4 y Nexus 5 que eran cholloteléfonos en toda regla. El único problema era conseguirlos, porque Google apenas ponía unidades a la venta. ¿Quizás para no molestar a sus socios? Quién sabe.
La situación recuerda a la de Microsoft con su familia Surface, que está ahí, cierto. Hace unos años Michael S. Shultz, directivo en Microsoft, explicaba que estos dispositivos se venden "mejor de lo que se necesitaría". Añadía que "el objetivo no es necesariamente convertirse en un fabricante de hardware, sino ayudar a nuestros partners a tener tanto éxito como sea posible".
Los Surface, como ocurre con los Pixel, son más una plantilla de lo que es posible conseguir con una buena combinación de hardware y software. Aquí Google (y Microsoft) muestran pautas y experimentan, pero prefieren no hacerlo demasiado bien (o eso parece) para que los fabricantes que son sus socios no se les enfaden.
Los experimentos, mejor con gaseosa
De hecho el evento de ayer de Google lo dejó claro. Los Pixel 7 y Pixel 7 Pro son prometedores, pero el chip Tensor G2 sigue sin querer entrar en ninguna carrera con los chips de Apple para los iPhone. Peor parado sale a priori el Pixel Watch, que está gobernado por un Exynos 9110 de 2018, algo que seguramente es mala opción a la hora de ser más eficiente.
Que este reloj solo se venda además en un puñado de países parece posicionarlo no como un producto que Google quiera vender, sino más como un experimento, un "a ver qué tal va, a ver si la gente lo compra". Recuerda de hecho a los primeros Google Pixel, que se vendieron de forma muy modesta porque parecía realmente que Google simplemente prefería no vender más.
Con la Pixel Tablet la cosa es aún peor: el dispositivo no parece especialmente avanzado, ni en diseño, ni en prestaciones. Se sabe que de hecho estará gobernado por el Tensor G1 —ni siquiera el G2—, así que para cuando salga al mercado en 2023 tendremos en escena un producto que llega tarde y, quizás, mal. ¿Qué pretende Google? Aquí hay demasiadas medias tintas. Demasiados quiero y no puedo. No acabamos de entenderlo.
Las incógnitas son muchas, y lo cierto es que sigue extrañando que Google no aproveche su enorme capacidad. Podría hacerlo para impulsar una división que daría muchas alegrías y la situaría mucho más claramente como competidora de Apple en el terreno del hardware.
Pero ahí siguen los Pixel. Sin molestar demasiado a nadie. Esos 8 millones que quieren fabricar en 2023 no son (casi) nada. Apple vende ese número de iPhones cada dos semanas. Y así, Google, no puedes competir. Ni quieres, parece.
Fuente: Xataka